Jñāna significa literalmente ‘conocimiento’, ‘sabiduría’, ‘comprensión’ o ‘cognición’, que se refiere a un conocimiento existencial. Los griegos denominaban epiginosko (ἐπιγινώσκω) a este poder revelador. La palabra yoga significa ‘unión’. Así, jñāna-yoga es en...
El sendero
Karma Yoga
El karma-yoga -o el arte de la acción desinteresada- nos enseña a actuar en consonancia con el dharma, es decir, con el papel que se nos ha asignado en la vida, sin expectativas por los resultados. Debido a que todo ser humano, sin diferencia de edad, sexo, raza o nación, está abocado a la acción, este sendero en una de las vías más esenciales dentro del yoga.
La palabra karma se deriva de la raíz sánscrita kri, cuyo significado es ‘hacer’ o ‘actuar’. Karma se refiere tanto a la ‘acción’ o ‘actividad’ como a su resultado o efecto. Karma-yoga es ‘unión a través de la acción’. Consiste en la completa dedicación de las obras a la voluntad suprema, renunciando a todo interés por la ganancia egoísta y a cualquier deseo por los frutos de nuestros esfuerzos, los cuales se consagran a la humanidad, que es la manifestación de Dios.
El karma-yoga sugiere poner nuestra atención, interés y amor en la obra en sí y no en sus frutos. De esta manera, aprenderemos a apreciar el proceso de la obra y a situarnos en el presente, renunciando a los resultados que vendrán en un futuro por añadidura.
Esta vía de liberación va mucho más allá de actuar con buenas intenciones. Las buenas acciones no conducen a la liberación sino que a continuar reencarnándonos, aunque en condiciones más favorables. La filantropía puede otorgarnos una celda más placentera pero no la liberación de la cárcel. La intención del karma-yoga es detener el proceso acumulativo de reacciones tanto positivas como negativas, y así liberarnos de los repetidos nacimientos y retornar a nuestro origen divino.
El karma-yoga es esa sabiduría que nos permite actuar sin que la acción nos ate o encadene. Nos enseña el delicado arte de convertir la acción en una herramienta de liberación y no de esclavitud.
El karma-yoga es el arte de transformar nuestras reacciones automáticas en acciones conscientes y, por tanto, nuestro karma en yoga.
La vía de la acción no ve en la actividad y el trabajo un obstáculo para la vida meditativa. Lejos de aconsejarnos que dejemos nuestros trabajos y dediquemos nuestra vida únicamente a la oración y a la meditación, esta vía sugiere que transformemos nuestro trabajo en adoración y meditación. Nos propone adoptar una nueva perspectiva que transforme nuestras tareas y nuestro trabajo, por muy aburridos, difíciles o exigentes que sean, en instrumentos para crecer y evolucionar, en herramientas para alcanzar niveles superiores de consciencia.
El hinduismo no es una justificación para los escapistas. La religión sanātana-dharma no permite ser utilizada como pretexto para eludir las responsabilidades hacia la familia, la sociedad y el país. Por el contrario, el hinduismo aconseja que nos comprometamos conscientemente con el mundo para conocerlo, confrontarlo y comprenderlo, con el fin de trascender en última instancia sus limitaciones, las cuales no pueden ser superadas sin ser primero comprendidas.
Por lo tanto, todo aspirante espiritual debe adentrarse profundamente en el arte de la acción y hacerla parte de su sādhanā. El karma-yoga nos ofrece una vida espiritual sin la necesidad de aislarnos en una cueva en el Himalaya. Nos permite desarrollarnos en medio de la actividad que exige la vida en nuestra sociedad moderna.
(extracto de los libros de Prabhuji)
Generalmente, nos referimos al karma-yoga como el ‘yoga de la acción’ o el ‘yoga de la actividad’. Sin embargo, el karma-yoga clásico, más que enseñar solamente qué es la acción y cómo actuar, es una sabiduría que nos guía a la trascendencia de la reacción –o de la obra en su nivel instintivo, mecánico, autómata– para despertar al mundo de la acción. Para tal efecto, es muy importante que comprendamos la diferencia entre la reacción y la acción.
La reacción proviene de la mente; su origen es nuestro mundo interno subjetivo de sueños, pesadillas, caos y desorden. Por lo tanto, la reacción se origina siempre en el pasado, porque la mente es pasado, es ayer. La reacción proviene del mundo del pensamiento, que es pasado. Al ser pasado –al provenir de la memoria–, la reacción no tiene relación alguna con el instante, con el prójimo, con la situación. Está totalmente desconectada del ahora, porque la reacción no consiste más que en una activación de determinados patrones de conducta que han sido adquiridos en un pasado.
La acción procede del instante, del presente. Sus raíces están en lo profundo de la existencia, porque es una expresión o una manifestación de esta. La acción posee la vitalidad de lo que es real; no se origina en un pasado. Es como bailar con el presente; es estar en armonía con este instante, como estar en tono con el otro; es un tipo de conversación con el momento. La acción ocurre en el presente, y entonces lo que hagas, lo que toques, tendrá un profundo significado, porque está vivo. La diferencia entre la acción y la reacción es como la que existe entre una flor verdadera, natural, y una flor de plástico. La reacción puede ser bella, pero es siempre trillada.
(Extracto del libro de Prabhuji «Lo que es, tal como es«)
