Jesucristo desde la perspectiva de la religión Sanatana Dharma Por Prabhuji
El hinduismo, a diferencia de muchas tradiciones religiosas con principios exclusivos, es una religión que se distingue por su apertura, pluralidad y flexibilidad en la comprensión de lo divino. Esta cualidad permite que un hindú pueda venerar a Jesucristo como un avatar o una manifestación de Dios sin renunciar a su identidad espiritual ni contradecir los principios fundamentales de su tradición. Para las mentalidades occidentales, acostumbradas a concebir las religiones como sistemas mutuamente excluyentes, resulta esencial comprender las bases filosóficas y culturales que hacen posible esta integración sin conflictos.
En el hinduismo, lo divino se concibe como una realidad última universal llamada Brahman, que es eterna, trascendental e impersonal, pero que también se manifiesta en formas personales para facilitar la conexión espiritual. Estas manifestaciones incluyen deidades, avatares y maestros iluminados, lo que ofrece múltiples vías para la experiencia de lo sagrado. Jesucristo, con su mensaje de amor, compasión y sacrificio, se integra fácilmente en esta perspectiva como una encarnación divina, de manera similar a Krishna o Rama, quienes son vistos como avatares que descienden al mundo con un propósito sagrado.
El concepto de avatar, especialmente significativo en tradiciones como el vaishnavismo, describe la encarnación de Dios en formas humanas o divinas para restaurar el dharma y guiar a la humanidad. Desde esta visión, no hay un límite fijo sobre cuántos avatares pueden existir ni sobre los momentos históricos en los que pueden manifestarse. Jesucristo puede entenderse como un avatar que apareció en un contexto cultural específico, llevando un mensaje profundamente resonante con los valores del dharma hindú. Su énfasis en el amor universal, el perdón y la devoción se alinea con los principios espirituales centrales del hinduismo.
El hinduismo sostiene que existen múltiples caminos hacia lo divino, una idea encapsulada en la afirmación védica «Ekam sat vipra bahudha vadanti,» que significa «la verdad es una, pero los sabios la llaman de muchas maneras.» Esta perspectiva no percibe al cristianismo como un sistema opuesto o incompatible, sino como una de las numerosas vías legítimas para alcanzar la realización espiritual. Jesucristo, dentro de este marco, es visto como un maestro iluminado, un salvador o un mediador hacia la experiencia divina. Su veneración no implica el rechazo de otras formas de devoción propias del hinduismo, sino que complementa y enriquece la práctica espiritual.
Jesús puede integrarse en los arquetipos divinos del hinduismo. Su sacrificio en la cruz y su mensaje de amor incondicional lo conectan con Krishna, quien encarna la compasión divina, y con Rama, el rey justo que vive en conformidad con el dharma. Asimismo, María, la madre de Jesús, se identifica fácilmente con figuras maternales como Lakshmi, la diosa de la abundancia y la gracia, o Parvati, protectora y guía espiritual. Estas correspondencias simbólicas permiten que Jesús y María sean venerados dentro del marco devocional hindú sin necesidad de adoptar la teología cristiana.
A lo largo de la historia, el hinduismo ha demostrado una notable capacidad de sincretismo, integrando elementos de otras tradiciones religiosas. En regiones como Kerala, donde el cristianismo llegó en los primeros siglos de nuestra era, existen comunidades que veneran simultáneamente a santos cristianos y figuras hindúes. Movimientos espirituales contemporáneos, como los de Sri Ramakrishna o Paramahansa Yogananda, han incluido a Jesús en su visión universalista, presentándolo como un avatar o maestro iluminado accesible a todos los buscadores espirituales. Este enfoque refleja la capacidad del hinduismo para incorporar diversas manifestaciones de lo divino sin conflictos internos.
En prácticas meditativas y yóguicas, Jesucristo es a menudo integrado como objeto de contemplación. Por ejemplo, Paramahansa Yogananda promovió la meditación en Jesús junto a Krishna, mostrando cómo ambas figuras representan aspectos complementarios de la misma verdad divina. En este contexto, Jesús no se percibe únicamente como una figura histórica, sino como una presencia espiritual viva que guía al practicante hacia la iluminación y la trascendencia.
Para un hindú, venerar a Jesucristo como avatar o maestro iluminado no contradice los principios fundamentales de su religión. Al contrario, enriquece su camino espiritual al añadir una dimensión más de conexión con lo divino. El hinduismo, con su enfoque pluralista y su aceptación de la diversidad espiritual, reconoce la libertad de cada individuo para elegir un camino hacia lo trascendental que resuene con su corazón. Adorar a Jesús es simplemente otra expresión de la búsqueda universal de lo divino, enmarcada en la comprensión inclusiva y profunda que caracteriza al hinduismo. Esta capacidad de integración no representa una debilidad, sino una de las mayores fortalezas de esta tradición, al reflejar una visión de unidad subyacente a la diversidad espiritual y reafirmar que lo divino se manifiesta de muchas formas para guiar a todos los seres hacia la realización de la verdad última.