Jerarquías religiosas

Por Kalimaji

Como todos sabemos, nuestro maestro Prabhuji, aunque eremita desde 2011, ha recibido, a lo largo de su vida, las órdenes de brāhmaṇa, sannyāsī, guru y avadhūta dentro del marco de la tradición del Sanātana Dharma (hinduismo).

A lo largo de las tradiciones religiosas del mundo, es posible identificar estructuras jerárquicas que asignan roles específicos a quienes se dedican a la vida religiosa. Estas jerarquías funcionan como mediadoras entre lo humano y lo divino, garantizando la continuidad de las prácticas sagradas, la preservación de las enseñanzas y la guía espiritual de las comunidades. Aunque las doctrinas y los contextos culturales varían significativamente entre religiones, se pueden trazar paralelismos entre las órdenes de brāhmaṇa, sannyāsī y avadhūta del hinduismo; las órdenes sacerdotales y monásticas del cristianismo; el rabinato en el judaísmo; las jerarquías religiosas del islam; y las comunidades monásticas del budismo. Estas figuras religiosas comparten la responsabilidad de orientar a los creyentes en la búsqueda de lo trascendente y del sentido último de la existencia.

En el hinduismo, conocido también como Sanātana Dharma, el brāhmaṇa ocupa un lugar central como miembro de la casta sacerdotal, encargado de los rituales védicos y de la preservación de las escrituras. Este rol es comparable al del sacerdote cristiano, particularmente en su función sacramental como mediador entre lo humano y lo divino. Tanto el brāhmaṇa como el sacerdote cristiano desempeñan una labor esencial en los ritos que estructuran la relación de las comunidades con lo sagrado. De manera similar, el rabino en el judaísmo asume un papel de liderazgo espiritual y de autoridad en la interpretación de las escrituras, como la Torá y el Talmud. Aunque el rabino no actúa como mediador sacramental, como sucede con el brāhmaṇa o el sacerdote cristiano, su labor de guía en el cumplimiento de la ley divina y en la vida ética de la comunidad establece un claro paralelismo en términos de responsabilidad espiritual.

El sannyāsī, en el hinduismo, representa el ideal de renuncia absoluta a los apegos materiales y dedicación exclusiva a la búsqueda de lo absoluto. Esta figura tiene un equivalente funcional en el monje cristiano, quien, mediante los votos de pobreza, castidad y obediencia, consagra su vida a Dios y renuncia al mundo material. Asimismo, en el budismo, los monjes y monjas que forman parte de la saṅgha adoptan una vida de desapego dedicada a la meditación, el estudio del Dharma y la disciplina ética, con el objetivo de alcanzar el nirvāṇa. En todas estas tradiciones, la renuncia se considera una vía hacia la liberación y una forma de aproximarse a la realidad última, lo que une a estas figuras en su propósito de trascender las distracciones de la vida mundana.

El avadhūta, por su parte, encarna la renuncia más radical dentro del hinduismo. Esta orden se distingue por su énfasis en la experiencia directa de la unidad con lo divino, lo que lleva a una completa independencia de las normas sociales y religiosas convencionales. Aunque no tiene un equivalente exacto en otras religiones, el avadhūta puede compararse con los místicos cristianos o islámicos. En el sufismo, por ejemplo, los walī, o ‘amigos de Dios’, son venerados por su proximidad a lo divino y su trascendencia de las preocupaciones mundanas. Del mismo modo, ciertos santos cristianos, como los estilitas o los eremitas, muestran un desapego similar al del avadhūta, viviendo en austeridad y dedicándose exclusivamente a la contemplación y a la unión con Dios.

En el islam, las jerarquías religiosas, aunque menos centralizadas que en otras tradiciones, incluyen figuras como los ʿulamāʾ, los imāms y los jeques (shaykhs). Los ʿulamāʾ, como intérpretes de la ley islámica (sharīʿa), y los imāms, como líderes de la oración, desempeñan funciones comparables a las del brāhmaṇa y el rabino, al ser responsables de guiar a la comunidad en la observancia de los principios religiosos. Los shaykhs sufíes, maestros en la vía mística del islam, se asemejan a los gurus en el hinduismo o a los maestros espirituales en el budismo, al orientar a sus discípulos en un camino de autoconocimiento y realización trascendental.

El budismo organiza su vida religiosa en torno a la saṅgha, la comunidad monástica que sigue estrictamente las reglas establecidas por el Buda. Los monjes y monjas budistas dedican su existencia a la meditación, la enseñanza del Dharma y el servicio a la comunidad, desempeñando un rol semejante al del sannyāsī hindú o al del monástico cristiano. Además, en el budismo tibetano, la figura del lama introduce un elemento jerárquico adicional, similar al de los obispos cristianos o los rabinos con mayor autoridad en el judaísmo, al actuar como guía espiritual y líder en la interpretación de las escrituras.

En todas estas tradiciones religiosas, los procesos de iniciación y ordenación desempeñan un papel central, ya que confieren legitimidad y autoridad a quienes asumen roles religiosos. El dīkṣā hindú, la ordenación sacerdotal cristiana, la investidura rabínica, el ingreso formal a la saṅgha budista o el reconocimiento de un jeque sufí son ceremonias que marcan el compromiso de los individuos con su función sagrada y su integración en la estructura jerárquica de sus respectivas tradiciones. A pesar de las diferencias culturales y teológicas, el propósito de estas ceremonias es universal: preparar a los líderes religiosos para preservar las enseñanzas sagradas, guiar a las comunidades y servir como modelos de virtud y devoción.

Estas similitudes entre las diversas tradiciones subrayan cómo las religiones del mundo, a pesar de sus diferencias, comparten una necesidad común de estructurar el liderazgo espiritual y garantizar la continuidad de sus principios fundamentales. A través de las figuras religiosas y sus jerarquías, las comunidades encuentran dirección, estabilidad, orden y un vínculo directo con lo trascendente, lo que reafirma la universalidad de la búsqueda humana de lo sagrado y del sentido último de la existencia.

En el contexto de la tradición religiosa del Sanātana Dharma (hinduismo), Prabhuji fue ordenado en 1991 como brahmana por S.S. Swami Kīrtanānanda, obteniendo la designación de “ministro religioso” hindú. Posteriormente, en 1993, recibió la ordenación monástica de sannyāsa de manos de S.S. Kīrtanānanda Swami, S.S. Swami Jyotirmayananda, S.S. Paramadvaiti Mahārāja y S.D.G. Bhaktikavi Atulānanda Āchārya Swami Mahārāja. En 2011, fue iniciado en el orden de avadhūta mediante el rito de Avadhūta Dīkṣā, una ceremonia realizada directamente por S.D.G. Avadhūta Śrī Brahmānanda Bābājī Mahārāja. Con la aprobación y bendición de su gurú, Prabhuji adoptó el camino del bhajanānandī y se retiró de la vida social para consagrarse a una existencia contemplativa en reclusión. Desde entonces, ha llevado una vida eremítica como un asceta religioso hindú con afinidades devocionales cristianomarianas independientes.

El título de Bhaktivedānta le fue otorgado por S.S. B.A. Paramadvaiti Mahārāja, fundador de la misión Vrinda, mientras que el título de Yogācārya le fue conferido por S.S. Swami Viṣṇu Devānanda, fundador del Sivananda Ashram. Este reconocimiento también fue avalado por instituciones de prestigio, tales como el Paramanand Institute of Yoga Sciences and Research, en Indore, India; la International Yoga Federation; la Indian Association of Yoga; y el Shri Shankarananda Yogashram de Mysore, India.