Hinduismo y judaísmo

El hinduismo, caracterizado por su flexibilidad, pluralismo y apertura inclusiva, permite a sus seguidores aceptar y vivir de acuerdo con la ley judía sin comprometer su identidad religiosa ni los principios fundamentales de su tradición. Esta posibilidad radica en la capacidad del hinduismo para integrar y valorar múltiples formas de vida espiritual, siempre que estas promuevan valores universales y contribuyan al desarrollo interno del individuo. Para comprender cómo es posible esta coexistencia armónica, es fundamental explorar las bases filosóficas y culturales del hinduismo, que lo hacen compatible con el seguimiento de la ley judía.

En el hinduismo, lo divino es concebido como una realidad suprema universal conocida como Brahman, que se manifiesta en formas diversas para facilitar la conexión espiritual de cada individuo. Este sistema no impone una única vía hacia la verdad última, sino que reconoce la validez de múltiples caminos, como lo expresa el principio védico «Ekam sat vipra bahudha vadanti» («La verdad es una, pero los sabios la llaman de muchas maneras»). Este enfoque pluralista permite que las prácticas de otras religiones, siempre que estén orientadas hacia la búsqueda de lo trascendental y el cumplimiento del dharma (orden cósmico y moral), sean integradas sin contradicción en la tradición hindú.

La ley judía, conocida como halajá, establece un marco ético, ritual y social diseñado para guiar a los judíos en su relación con Dios, con la comunidad y consigo mismos. Este sistema, que incluye preceptos como las leyes dietéticas (kashrut), el descanso sabático y las normas de oración, puede ser adoptado por un hindú como una forma legítima de expresar devoción a lo divino. Desde la perspectiva del hinduismo, la halajá puede entenderse como un camino particular dentro del dharma, en tanto fomente la conexión con principios espirituales universales como la disciplina, la justicia y la devoción sincera.

Un elemento clave que posibilita esta integración es que el hinduismo no opera bajo estructuras teológicas rígidas ni excluyentes. No exige la adhesión a dogmas cerrados, sino que pone énfasis en la intención, la sinceridad y la devoción como los pilares de la práctica espiritual. En este contexto, un hindú puede observar los preceptos de la ley judía como una forma válida de cultivar la atención plena y la pureza interna, valores que resuenan profundamente en la tradición hindú. Por ejemplo, las leyes alimentarias judías pueden ser vistas no solo como restricciones, sino como medios para fomentar la consciencia en el acto cotidiano de alimentarse, un principio compartido con la filosofía del ahimsa (no violencia) y el vegetarianismo en el hinduismo.

El hinduismo y el judaísmo también comparten un énfasis central en la ética, la justicia y la responsabilidad comunitaria. La observancia del Shabat (día de descanso) puede ser vista por un hindú como una práctica que fomenta la introspección, el descanso consciente y la renovación espiritual, valores que no contradicen los principios hindúes, sino que los complementan. De manera similar, el enfoque judío en la acción justa (tzedaká) encuentra eco en el concepto hindú de seva (servicio desinteresado), destacando la importancia de las obras como expresión de la espiritualidad.

El concepto hindú de svadharma, o deber personal, también permite a cada individuo seguir un camino espiritual que sea coherente con su naturaleza y circunstancias únicas. Un hindú que sienta afinidad con la halajá puede integrarla como parte de su svadharma, siempre que esta práctica esté alineada con sus aspiraciones espirituales más elevadas. Esta flexibilidad se refleja en la tradición hindú de incorporar figuras espirituales y principios de otras tradiciones, siempre que sean vistos como compatibles con el dharma. Por ejemplo, figuras como Sri Ramakrishna y Mahatma Gandhi valoraron profundamente los principios éticos y espirituales presentes en el judaísmo, reconociendo su capacidad para enriquecer la vida espiritual sin desplazar los fundamentos hindúes.

Además, el hinduismo no percibe las prácticas de otras religiones como una amenaza a su integridad. En cambio, las considera diferentes expresiones de una misma búsqueda espiritual. Desde esta perspectiva, las leyes y rituales judíos pueden ser vistos por un hindú como una forma culturalmente específica de expresar el dharma, sin necesidad de renunciar a su identidad como seguidor del hinduismo. Este enfoque inclusivo refleja la esencia del hinduismo, que pone mayor énfasis en la experiencia espiritual que en la adhesión a formas externas.

Es importante señalar que, aunque la integración de la halajá dentro del hinduismo es filosóficamente posible, esta debe realizarse con sensibilidad y discernimiento. El progreso espiritual, según el hinduismo, no depende de la adopción de prácticas externas, sino de la sinceridad y la profundidad con la que estas se alineen con los valores universales y con la búsqueda de lo divino. Por lo tanto, un hindú que incorpore elementos de la ley judía debe hacerlo desde un lugar de respeto tanto hacia el judaísmo como hacia su propia tradición, entendiendo que ambas vías pueden enriquecer su conexión espiritual.

En conclusión, un seguidor del hinduismo puede aceptar y vivir de acuerdo con la ley judía sin abandonar su identidad religiosa ni comprometer los principios fundamentales de su tradición. La filosofía pluralista del hinduismo, su énfasis en la intención y su respeto por las múltiples formas de vida espiritual permiten que las prácticas judías sean vistas no como una contradicción, sino como una ampliación legítima del camino hacia lo trascendental. Esta integración no solo demuestra la flexibilidad y profundidad del hinduismo, sino que también ofrece un ejemplo poderoso de cómo las tradiciones religiosas pueden enriquecerse mutuamente en la búsqueda universal de la verdad y la trascendencia.