Me inclino y oro ante el silencio
El cual se adueña de nuestros corazones
Fuego sosegado que quema diferencias
Llama callada que vuelve cenizas nuestra diversidad
Pedazo de cielo que se refleja en el lago de nuestra alma
Bendito silencio morada de lo inexpresable
De lo carente de nombre y forma, de lo que aun no ha sido y quizás nunca será
Me inclino y oro ante el silencio
El de los enamorados
El que vi en tus ojos cuando tomándote la mano te dije por primera vez… te amo
Voz del espíritu, melodía del alma
Océano inaudible de la cual venimos y hacia el cual todos marchamos