Dhyana – Meditación

Dhyana – Meditación

«Meditar es sabernos como vacío. Experimentar la nadeidad nos despierta a la realidad de nuestra inmortalidad. Cuando la mente se evapora, lo único que se disipa es el condicionamiento legado por innumerables generaciones. Es nuestro condicionamiento mental el que se resiste a la meditación; nuestra falsa identificación se rehúsa a morir. Ahora bien, cuando trascendemos la mente, nos espera un reencuentro con la vida y con nosotros mismos. Entonces, nos volvemos plenamente conscientes y absolutamente dichosos.»

(Extracto de Experimentando con la Verdad por Prabhuji)

 

Generalmente se dice que el rāja-yoga es el yoga de la meditación. Sin embargo, dhyāna no es propiedad exclusiva de una de las muchas ramas del sanātana-dharma, sino que es la esencia de todos los tipos de yoga así como de la religión. Sin meditación, no puede existir verdadera y auténtica espiritualidad.

tatra pratyayaikatānatā dhyānam

«La meditación es un fluir ininterrumpido de atención hacia un objeto». (Yoga-sūtras, 3.2).

Podemos observar una flor, un atardecer, la respiración, los movimientos de nuestro cuerpo, los pensamientos o los sentimientos, Patañjali no pone énfasis en el objeto en particular sino en la calidad de la atención, porque en la meditación, lo esencial es la vigilancia atenta y continua de todo lo que pueda ser observado o todo lo que pueda ser objetivado.

La meditación no puede ser enseñada porque no es un método ni una técnica. No consiste en hacer algo, no es una práctica física, mental o emocional. Dhyāna no puede ser aprendida sino descubierta en uno mismo y sólo por uno mismo, a través de la atenta vigilancia. No surge como resultado del estudio o el aprendizaje, sino que florece desde la conciencia misma. Meditar es  depositarnos en las manos de Dios… es relajarnos en la esencia de lo que somos… ya que no podemos hacer nada para ser lo que ya somos, lo que siempre hemos sido y seremos, lo único que realmente podemos ser…

La meditación no puede ser comprada ni adquirida. Si un método fuera capaz de garantizar ese resultado sería más importante que la meditación, que la iluminación o que Dios Mismo. Dhyāna simplemente ocurre, sucede, se produce. Toda sādhanā, práctica o técnica reviste su correspondiente importancia, pero tan sólo como un preparativo o esfuerzo previo, con el objeto de crear la situación apropiada para que la meditación descienda sobre nosotros, pero nunca como un medio para obtenerla. Al igual que el sueño, no es algo que podamos hacer, ni tampoco un resultado directo de todo lo que hemos hecho. Podemos comprar una cama cómoda, desconectar la radio, bajar las persianas, apagar la luz, acostarnos y cerrar los ojos, pero no podemos quedarnos dormidos. El simple hecho de preparar el ambiente adecuado no supone ninguna seguridad de que, finalmente, dormiremos. De igual manera, la sādhanā consiste en extender nuestros límites al máximo, en llevar su punto. Sólo cuando hayamos hecho todo lo posible, la meditación podrá descender sobre nosotros.

No es tarea fácil para nosotros, seres educados e intelectuales, aceptar que nuestro estado actual de conciencia es un tipo de sonambulismo y que no vemos la vida y el mundo tal y como son, sino como nos parece a nosotros en nuestro sueño…Y así como la aceptación de nuestra ignorancia es el principio de la sabiduría, la primera manifestación de la meditación es el hecho de aceptarnos como criaturas semidormidas. Meditar no es abrir los ojos sino despertar; no es mirar sino ver…

Tratar de describir en qué consiste la meditación a quien no haya meditado se parece a intentar explicarle a un sordo qué son las notas musicales o a un ciego qué son los colores. Meditar no es complicado, no requiere esfuerzo, es mucho más sencillo de lo que generalmente se piensa. Sin embargo, el problema reside en que lo simple puede ser sumamente complicado al intentar verbalizarlo. Para la mente humana la meditación es indescriptible, porque es una experiencia que trasciende los límites de tiempo, espacio y causalidad. En nuestro estado cognitivo normal, finito y limitado, no podemos captar nada que se encuentre más allá de esas fronteras.

Porque si en la concentración la mente era enfocada sobre un objeto, en la meditación la mente es lo observado, es decir el observador se convierte en lo observado.

La atención es la luz del alma que nos torna conscientes de las acciones, los pensamientos y las emociones. Al meditar, el meditador ocupa el lugar de lo observado. De ese modo, ampliamos nuestra conciencia dirigiendo la atención hacia el perceptor y cobrando conciencia de nosotros mismos.

Meditar es abrir los ojos de nuestra alma y atrevernos a ver atenta e ininterrumpidamente.

Meditar es apartarse del contenido mental y del desorden sin luchar contra la mente, sin entrar en conflicto con esta. Se trata de observar lo que es, tal cual es, sin esforzarse, sin juzgar, sin condenar, sin siquiera reaccionar. Es permanecer atento y en completa quietud ante los conflictos y las contradicciones. Uno de los pasos más complicados en el sendero espiritual es el desarrollo de la observación interna, la atenta vigilancia de la mente sin criticar, ni juzgar, y la razón de la dificultad reside en su sencillez, el motivo de la complejidad yace en su simpleza, en el hecho de que no se requiere esfuerzo.

Meditación es observación sin intervención alguna de la mente; es atención y vigilancia sin que el ego se inmiscuya.

A medida que la observación se fortalece nos desidentificamos de la actividad mental, la cual se debilita gradualmente hasta detenerse por completo ya que los pensamientos se alimentan de nuestra identificación con ellos. La meditación comienza con la observación y culmina en una ausencia total de pensamientos.

Meditar es observar el movimiento de las olas en la superficie desde la quietud de las profundidades del océano interior. En este estado de vigilia y claridad, lo escondido y oculto que hay en nosotros queda al desnudo y se ve expuesto inocentemente.

Meditación es establecerse y relajarse conscientemente en el silencio. Meditar es observar los pensamientos sin pensar acerca de ellos. Es descubrir el misterio que se esconde detrás de las palabras, en las ocultas regiones, en la fuente y el origen del pensamiento, en aquella área pre-mental, virgen y deshabitada.

Es imprescindible hacer uso adecuado de lo objetivo en nuestra búsqueda de lo subjetivo, ya que lo primero es la puerta que conduce a lo segundo. Al permitir que la atención fluya ininterrumpidamente hacia un solo objeto, como un río fluye hacia el océano fundiéndose en él, queda expuesta nuestra subjetividad.

Todo lo que vemos en esta realidad relativa de nombres y formas no es sino una diversidad de olas, gotas y espuma… Para comprender en qué consiste el océano, no necesitamos introducir todo el mar dentro de un laboratorio, ni es preciso que analicemos cada una de sus olas. Si somos capaces de observar atentamente una sola gota, conoceremos el vasto océano… Al analizarnos nosotros mismos —la esencia de lo que somos—, nos será revelado el océano infinito de dicha eterna… la totalidad en la parte, el sistema solar en un átomo, el universo en una hoja, la vida en una brizna de hierba, la existencia en un grano de arena, a Dios en nosotros yaciendo como lo que somos. Meditación es autodescubrimiento, revelación de nuestra auténtica naturaleza, de lo real de nosotros.

Escuchamos, vemos, oímos, tocamos… pero tras cada una de esas actividades se encuentra el sentido del “hacer”… Ser consciente no es algo que hacemos, tal y como la palabra lo dice… Ser consciente sólo podemos… serlo…

Si queremos dar una oportunidad para que la meditación ocurra, será necesario que renunciemos al rol que estamos acostumbrados de ser actores y hacedores para adoptar la actitud del testigo o el observador. Porque meditar es el arte de vigilar, el arte de la atención, de la observación…

Y, cuando hablamos de conciencia en este expandido estado de percepción, siempre nos referimos a la conciencia de uno mismo, a la conciencia del Ser, a la conciencia de la Realidad. Mientras somos conscientes de algo —sin importar de qué o de quién estamos siendo conscientes—, siempre es, en esencia, del Ser infinito y omnipresente, de lo que realmente somos.

No medites para alcanzar tranquilidad o paz, ni para adquirir creatividad. No medites para desarrollar tu inteligencia o para alcanzar a Dios o la iluminación, porque éstos no son productos o resultados, sino la consecuencia natural de una vida meditativa. No medites “para” o con la intención de recibir algo o de alcanzar alguna meta o ideal, por muy elevado y puro que sea o parezca ser. Todo anhelo causa tensión y se transforma en un serio obstáculo para la meditación.

Cualquier expectativa de obtener algo como resultado o producto de la meditación nos orienta hacia el mañana, nos arrastra desde el momento presente hacia el mundo ilusorio.

La meditación no es un medio a través del cual obtendremos un fin, no es un movimiento desde aquí para alcanzar un allá, no es un caminar desde el ayer hacia el mañana, sino que se trata más bien de trascender tanto el ayer y el mañana, como el aquí y el allá. Meditar es saltar fuera de los conceptos de espacio y tiempo, descubrir aquí el infinito y ahora la eternidad…

Una vida meditativa es una vida que está de acuerdo con la condición natural de la conciencia, la cual es meditación, nuestro auténtico estado y nuestra situación original, tal como expresa el Chāndogyopaniṣad (7.6.1):

dhyānaṁ vāva cittād bhūyo
dhyāyatīva pṛthivī dhyāyatīvāntarikṣaṁ
dhyāyatīva dyaur
dhyāyantīvāpo dhyāyantīva parvatā
dhyāyantīva deva-manuṣyās
tasmād ya iha manuṣyāṇām
mahattām prāpnuvanti dhyānāpādāⓜśā
ivaiva te bhavantyatha
ye ‘lpāḥ kalahinaḥ piśunā
upavādinas te ‘tha ye prabhavo
dhyānāpādāⓜśā ivaiva te bhavanti
dhyānam upāssveti

«La meditación es más que pensamientos. La Tierra parece meditar. El Plano Medio parece meditar. El Plano Divino parece meditar. Las aguas parecen meditar. Las montañas parecen meditar. Los devas y los seres humanos parecen meditar. Por lo tanto, aquel que, entre los seres humanos, tiene grandeza, parece haber alcanzado los beneficios de la meditación. Mientras que la gente pequeña es peleadora, difamadora y ofensiva, los seres humanos que son grandes parecen haber alcanzado una parte de los beneficios de la meditación. Por lo tanto, medita».

Meditación es descubrirse a uno mismo, y hasta ahora todo lo que sabemos acerca de nosotros es lo que nos han enseñado otros. Sin embargo, para saber acerca de nosotros, no precisamos descripciones de extranjeros, sino mirar directamente nosotros mismos en nosotros mismos. Meditando nos damos cuenta de que, para elevarnos y alcanzar el paraíso, es imprescindible bajar a nuestras profundidades, porque descender a nuestro interior es excavar en el cielo… profundizar hacia lo alto… La meditación es el sagrado arte de sumergirnos en las profundidades de nuestro interior para emerger en Dios.

Por simples u ordinarias que nos parezcan, en realidad podemos transformar todas nuestras actividades cotidianas en meditación, cuando las realizamos con atenta observación, ya que la meditación consiste en desautomatizarnos, en dejar de actuar de manera mecánica. Meditar no es hacer algo, sino permanecer alertas y vigilantes ante cada acción y así convertirla en meditación.

Seva

Seva

Seva es ‘servicio desinteresado al Señor’. El término proviene de la raíz sanscrita sev que significa ‘servir’. Se trata de un principio fundamental del hinduismo porque el auténtico amor se manifiesta en acciones. El servicio desinteresado forma parte tanto del karma-yoga como del bhakti-yoga. El Yoga Retroprogresivo busca la presencia divina de una misma consciencia en todo y todos, lo cual conduce a una dedicación servicial. Servir al ser humano es servir a Dios, porque se trata del servicio basado en la divinidad que yace en todo. Kṛṣṇa-seva es diferente del servicio social. Servicio social es ayudar a los demás, pero en el Kṛṣṇa-seva, lo uno sin segundo es tanto el sirviente como el beneficiario.

Kṛṣṇa dice:

यज्ञार्थात्कर्मणोऽन्यत्र लोकोऽयं कर्मबन्धनः ।
तदर्थं कर्म कौन्तेय मुक्तसङ्गः समाचर ॥ ९ ॥

yajñārthāt karmaṇo ’nyatra
loko ’yaṁ karma-bandhanaḥ
tad-arthaṁ karma kaunteya
mukta-saṅgaḥ samācara

«El trabajo que se hace como un sacrificio en honor de Viṣṇu debe realizarse, pues, de lo contrario, el trabajo lo ata a uno a este mundo material. Así que, ¡oh, hijo de Kuntī!, desempeña tus deberes prescritos para la satisfacción de Él, y, de ese modo, siempre permanecerás libre del cautiverio». (Bhagavad-gītā, 3.9).

Y luego dice:

तस्मादसक्तः सततं कार्यं कर्म समाचर ।
असक्तो ह्याचरन्कर्म परमाप्‍नोति पूरूषः ॥ १९ ॥

tasmād asaktaḥ satataṁ
kāryaṁ karma samācara
asakto hy ācaran karma
param āpnoti pūruṣaḥ

«Por lo tanto, sin estar apegado a los frutos de las actividades, uno debe actuar como una cuestión de deber, pues, por trabajar sin apego, uno llega al Supremo». (Bhagavad-gītā, 3.19).

Nama Japa

Nama Japa

Un mantra no es una oración inventada por un ser humano o compuesta por algún intelecto privilegiado, sin que proviene directamente de la realización de un ṛṣi, o ‘vidente realizado’. Es una energía mística contenida dentro de una estructura sonora. Consiste en una palabra o frase sagrada que contiene un poder divino cuyo efecto no puede ser verbalizado. Así como es imposible explicar verbalmente el sabor de una naranja o una manzana, el mantra tiene que ser experimentado directamente.

La repetición del mantra se denomina en sánscrito japa, o ‘murmuración’. Constituye una actividad espiritual muy antigua dentro de la tradición védica. El Śiva-saṁhitā (4.9) afirma que «Por medio de la práctica se accede a la perfección; a través de la práctica se logra la liberación».

Asimismo, el sabio Patañjali dice en su Yoga-sūtra (1.13): «Abhyāsa es el esfuerzo por obtener estabilidad en ese estado de cese de las fluctuaciones de la mente». Y explica en el sūtra 1.14: «Pero esta práctica está firmemente arraigada solo después de que se haya cultivado adecuadamente y durante mucho tiempo de forma ininterrumpida».

La palabra sánscrita abhyāsa significa ‘repetición’. Patañjali nos recuerda que para avanzar en el sendero yóguico, es necesario abhyāsa. Solo a través de la repetición es posible lograr una auténtica transformación.

La atenta y devota repetición nos purifica y dicho poder se libera influyendo profundamente en el sadhaka. La mantra-japa nos ayuda a trascender la oscuridad y estancamiento espiritual.

Tal como se afirma en el último capítulo del Kulārṇava-tantra: «Japa se llama así porque elimina el pecado acumulado en miles de vidas y revela la Deidad Suprema». Por supuesto que el pecado se refiere al fenómeno egoico y a la ignorancia de lo que realmente somos. El mantra es un puente que conduce al devoto a Dios. Se trata de una disciplina espiritual relativamente sencilla porque no hay restricciones para cantar los nombres divinos con devoción. El Hari-nama-japa no es solo repetir el mantra de manera automática sino con devoción.

El mantra-japa es mencionado en muchas escrituras como un medio sumamente eficaz para trascender las influencias negativas de esta era de Kali.

hare krishna hare krishna krishna krishna hare hare
hare rama hare rama rama rama hare hare
iti sodasakam namnam kali-kalmasa-nasanam
natah parataropayah sarva-vedesu drsyate

«Los dieciséis nombres del māhā-mantra Hare Kṛṣṇa Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa Hare Hare, Hare Rāma Hare Rāma, Rāma Rāma Hare Hare destruyen todo lo desfavorable de la era de Kali. Esta es la conclusión de todos los Vedas». (Kali-santarana Upanisad from Kṛṣṇa Yajur Veda).

sanketyam parihasyam va
stobham helanam eva va
vaikuntha-nama-grahanam
asesagha-haram viduh

«Aquel que canta el santo nombre del Señor se libera inmediatamente de las reacciones de los pecados ilimitados, incluso si canta indirectamente [para indicar otra cosa], en broma, por entretenimiento musical o incluso por negligencia. Esto es aceptado por todos los eruditos de las escrituras». (Srimad-Bhagavatam, 6.2.14).

nama sankirtana deva tarakam brahma drsyate
hare krishna hare krishna krishna krishna hare hare
hare rama hare rama rama rama hare hare

«El nama sankirtana (canto público) del māhā-mantra Hare Kṛṣṇa ofrece una revelación completa de toda la realidad espiritual». (Brahmanda Purana, 6.59–60)

hare krishna hare krishna krishna krishna hare hare
hare rama hare rama rama rama hare hare
sodasaitani namani dvatrimsad varnakani hi
kalau yuge maha-mantrah sammato jivatarane
varjayitva tu namaitad durjanaih parikalpitam
chandobaddham susiddhanta viruddham nabhyaset padam
tarakam brahma-namaitad brahmana gurunadina
kalisantaranadyasu sruti-svadhigatam hareh
praptam sri brahma-sisyena sri naradena dhimata
namaitad-uttamam srauta-paramparyena brahmanah
utsrjyaitan-maha-mantram ye tvanyat kalpitam padam
mahanameti gayanti te sastra-guru langhanah
tattva-virodha-sanprktam tadrsam daurjanam matam
sravatha pariharyam syadatma-hitarthina sada
hare krishna hare krishna krishna krishna hare hare
hare rama hare rama rama rama hare hare

Hare Kṛṣṇa Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa Hare Hare, Hare Rāma Hare Rāma, Rāma Rāma Hare Hare: Este mantra de dieciséis nombres y treinta y dos sílabas es el māhā-mantra en la era de Kali mediante el cual todos los seres vivos pueden ser liberados. Nunca se debe abandonar el canto de este māhā-mantra y dedicarse a otros supuestos procesos purificatorios que practican los bribones o dedicarse a cantar otras composiciones métricas del nombre de Kṛṣṇa que van en contra de las conclusiones puras de las escrituras o están llenas de rasabhasa. Sobre este māhā-mantra divinamente espiritual, que libera a uno de la existencia material, el gurú original, el Señor Brahma, ha dicho, kali-santararadi srutite, ‘Los srutis han declarado que este mantra es el mejor medio de liberación en la era de Kali’. Habiendo escuchado esto de Brahma, los hijos y discípulos de Brahma, empezando por Narada, aceptaron el māhā-mantra Hare Kṛṣṇa y, habiendo meditado en él, alcanzaron la perfección». (Ananta-samhita es parte del the Narada Pancaratra).

harir eva samaradhyah sarva deve suresvarah
hari nama maha mantrair nasyatpapa pisacakam

 «Todos los pecados graves de quien adora al Señor Sri Hari, el Señor de todos los señores, y canta el santo nombre, el māhā-mantra, son eliminados». (Padma Purana, Svarga Khanda, 50.6).

japato hari namani sthane sata-gunadhikah
atmanam ca punaty-uccair-japan srotrn-punati ca

«En comparación con aquella persona que se apega al canto de japa, la persona que realiza el canto en voz alta del santo nombre de Sri Hari es cien veces mejor. Esto se debe a que la persona que canta japa se purifica a sí misma, mientras que la persona que canta el santo nombre en voz alta en kirtana se purifica a sí misma, a todos los que están con ella y a todos los demás que escuchan la vibración sagrada». (Naradiya Purana, Prahlada-vakya).

Cabe acotar que para que un mantra sea realmente efectivo debe ser recibido directamente de un verdadero maestro dentro de una línea de sucesión discipular auténtica. Un mantra recibido de cualquier persona no contiene el poder divino. Tal como se afirma en el Padma Purana:

sampradaya vihina ye mantras te nisphala matah

«Todo mantra que no desciende a través de una línea de sucesión discipular (parampara) es considerado inútil». (Padma Purana).

Prabhuji fue iniciado por su maestro en el māhā-mantra, dedicando muchos años de su vida a su nectárea repetición.

El Hatha Yoga Retroprogresivo

El Hatha Yoga Retroprogresivo

El Hatha Yoga Retroprogresivo es el fruto de los esfuerzos de Prabhuji por perfeccionar su propia práctica y sus métodos de enseñanza; se trata de un sistema basado estrictamente en las enseñanzas de sus gurús y en las escrituras sagradas.

Prabhuji sistematizó diferentes técnicas yóguicas tradicionales creando una metodología apta para el público occidental.

El Hatha Yoga Retroprogresivo aspira a la experiencia de nuestra auténtica naturaleza, promoviendo el equilibrio, la salud y la flexibilidad a través de dieta apropiada, limpiezas, preparaciones (āyojanas), secuencias (vinyāsas), posturas (āsanas), ejercicios de respiración (prāṇāyāma), relajación (śavāsana), meditación (dhyāna), así como cierres energéticos (bandhas) y sellos (mudras) para dirigir y potenciar el prāṇa.