El rey recibió un fino regalo, de en dos preciosos halcones. El monarca entregó ambas criaturas a cetrería con el fin de que fueran entrenados.

Después de un tiempo el maestro de cetrería informó al Raja que uno de los halcones volaba majestuosamente en las alturas pero que el otro no se movía de su rama desde que llegó. El monarca mando a llamar a varios expertos de su reino para ver si podían encontrar una solución, sin embargo, ninguno de ellos fue capaz de hacer que el ave volara.

El rey mando a llamar a los más sabios entre sus consejeros y cuán grande fue su frustración al comprobar que nadie podía hacer que el ave abandonara su rama y volara.

Uno de sus consejeros le dijo que quizás lo mejor seria buscar una persona más acostumbrada a la vida en contacto con la naturaleza para solucionar un problema así.

El rey dio la orden de buscar en su reino a algún granjero que intentara hacer algo al respecto.

Una mañana el rey quedó asombrado al observar por su ventana y ver a su halcón volando muy alto, de inmediato dijo:

– ¿Quién ha conseguido esto?”

– “Un granjero su majestad”

A lo cual el monarca ordenó:

-“Traedme a este héroe de inmediato.”

Al traer al sencillo granjero en presencia del rey, le agradeció sus esfuerzos y le preguntó:

-“¿Podría usted buen hombre decirme como hizo para convencer a este halcón a volar?”

Ante lo cual el granjero respondió:

-“Simplemente tomé mis herramientas y le corté la rama, Su Majestad”.